El sueño mexicano

Por Cruz Pérez Cuéllar

Grave me parece que nuestros gobernantes no entiendan el rumbo que debe llevar el país, que no dimensionen la realidad en las proporciones adecuadas, creo que este es un momento crucial para el desarrollo de nuestra nación, pero advierto que hay una limitante que impide el progreso y nos precipita al abismo, o al despeñadero, como suele decir Andrés Manuel López Obrador, ese límite no es otro sino las deficiencias del presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

La falta de liderazgo internacional es una insuficiencia importante; creo que ya es tiempo de dejar de pensar y actuar como el hermano menor, que soporta las humillaciones de los mayores, que calla cuando debe hablar, que no tiene voz de autoridad.

Por ello quiero referirme a la última visita de Peña Nieto a Canadá, en la que asistió a la la Cumbre de Líderes de América del Norte, a la que asistió junto con el presidente de Canadá Justin Trudeau y el de Estados Unidos, Barack Obama. Ahí se trataron muchas cosas pero Peña Nieto dejó al descubierto entre otras situaciones esta que mencionamos líneas arriba: que México es el hermano menor de los otros dos, y que está de serlo, al menos no hay resistencia, ni propuesta para quitarse el penoso título.

El desarrollo vertiginoso en los países del extremo norte del continente es innegable, así como las condiciones económicas que han creado y que cada vez que el mundo se deteriora ellos se fortalecen, contrario a lo que sucede con México en donde fenómenos como el Brexit, la Crisis Griega, La Gran Depresión, colocan a nuestro país contra el piso, cuando los hermanos mayores crecen y se fortalecen.

En la pasada cumbre que terminó la semana pasada fue interesante ver en vivo y a todo color esta condición de nuestro presidente, que junto a los otros dos gobernantes del norte, se vio reducido en ideas y en actitud. Esa condición fue percibida por miles de mexicanos que siguieron a distancia las noticias de los medios internacionales y los videos que subían a redes sociales.

Una combinación de coraje, pena, lastima y orgullo se mezclaron en mi interior cuando vi ninguneado a nuestro presidente. El 29 de junio, justo después de una conferencia de prensa, cuando se disponían a bajar de un templete dispuesto para que todos los presentes vieran a los tres mandatarios, Peña Nieto descendió luego de que fuera ignorada la invitación que hizo a Trudeau y Obama para que bajaran del escenario, pero al percatarse que los presidentes de Canadá y Estados Unidos se habían quedado arriba para apreciar el paisaje, el mexicano regresó con pena notoria. Ya previamente Peña Nieto había invitado con cierto titubeo a los dos presidentes a mirar la grandielocuencia del lugar que estaba atrás de ellos, pero ambos fingieron no darse cuenta de su intención.

El desaire parece cosa menor, pero en diplomacia de estado estas cosas revelan varios mensajes puesto que las cortesías son muy comunes, pero las respuestas a ellas destapan intenciones de los protagonistas. Desde la definición de quien habla primero y quien al final, en qué posición se coloca a cada cual en la mesa, el tiempo que se dispone para que hable cada uno, las deferencias que se prodigan, etcétera.

En nuestro país no se hicieron esperar los memes que aludieron a ese y otros momentos de la visita de Peña Nieto en Canadá. Sí dio pena, pero también coraje, lástima y orgullo, todo junto.

Entre los temas tratados en la Cumbre de Líderes de América del Norte se encuentra la eliminación de la visa canadiense para los mexicanos, quienes ya podrán visitar aquel país y quedarse a trabajar, a estudiar, a turistear. El anuncio es bueno, por supuesto, pero hay que recordar qué motivó el cierre de las puertas de Canadá a nuestros connacionales.

En julio de 2009 Canadá cerró sus puertas a los mexicanos debido a las peticiones fraudulentas de asilo político (el exgobernador Francisco Barrio, en aquel entonces embajador de México en Canadá fue el encargado de dar la mala noticia), ya que en aquella época como se recordará prevalecía en el país una situación extrema de violencia en el territorio mexicano y muchos connacionales comenzaron a emigrar a otras partes del continente, sobretodo a Estados Unidos y Canadá. Al principio de la creciente ola de homicidios, extorsiones, secuestros, asaltos, robos, varias solicitudes de asilo político fueron aceptadas por los vecinos del norte sin mas que la palabra y si a caso alguna prueba menor para darse cuenta del peligro en que se encontraban (En ese tiempo recrudeció la violencia y los requisitos habían sido mínimos. Las autoridades norteamericanas y canadienses estaban al tanto de la situación y del involucramiento en el conflicto de las policías mexicanas, del aparato judicial, por lo que no exigían tampoco los documentos del procedimiento legal que los llevaba abandonar el país) Pero, conocido el caminito, muchos mexicanos aprovecharon el viaje para buscar mejores condiciones de vida y utilizaron ese recurso para buscar asilarse en esos dos países principalmente. Las políticas de Estados Unidos después del 11/11 han sido las mismas, no se flexibilizaron mucho, pero las de Canadá sí, por lo que los mexicanos enfocaron su destino hacia allá. Cuando se descubrió la falsedad de esos casos de persecución o de amenaza de muerte, los canadienses comenzaron a desconfiar hasta que a mediados del 2009 decidieron imponer visa con la consabida lista de requisitos.

Siete años después, justamente, cambió el panorama y se nos abren de nuevo las puertas. Eso es muy bueno, pero no es suficiente. Es como si un amigo dejara de hablarnos repentinamente y tiempo después decide darnos la palabra de nuevo, eso muy bueno, pero no suficiente para recuperar la relación y la confianza.

La continuación del Tratado de Libre Comercio (TLC) se plantea como otro de los logros de la pasada cumbre de México – Estados Unidos – Canadá, quizá lo sea en cuanto a la continuidad pero no en  cuanto a las condiciones, hay la necesidad de replantearlo, de sacar mas provecho para los mexicanos, quienes nos vemos en desventaja en ese y otros acuerdos donde, por ejemplo, estamos obligados a comprar productos de mala calidad a precios de regulares a peores y en cambio estamos obligados a exportar nuestros mejores productos. El problema es que por dichos acuerdos comerciales la gente no accede a los buenos productos locales sino que no tiene opción y tiene que comprar los productos extranjeros de mala calidad; los productores del campo están obligados a malbaratar sus granos o frutos, son condiciones que no son del todo benéficas para nuestro país, eso es lo que tenía que replantearse. Pero ahí, la actitud del presidente, hay que decirlo, es y sigue siendo tibia.

En relación a los acuerdos de formación académica, creo que ahí hay una excelente oportunidad para que nuestros jóvenes accedan a escuelas de primer nivel en Canadá y Estados Unidos con becas que funcionan desde hace varios años, este aspecto debe aprovecharse y sacar el máximo provecho, porque es la manera en que las siguientes generaciones podrán llenar los vacíos que hay en nuestro sistema de gobierno, en la iniciativa privada, en el sector educativo de México.

Finalmente, veo que hay una gran posibilidad de desarrollo para nuestro país, pero no es suficiente ir con los vecinos de al lado y estirarles la mano, hablarles bonito y llevarles un recuerdo de nuestro país; es necesario que México alce la voz y se haga escuchar por los grandes, porque nos queda muy claro que la situación de México es más parecida a la de los países del sur que a los del norte, pero no puede, no debe quedarse únicamente con la idea y aceptarlo sino ejercer liderazgo, dar el manotazo a la mesa, comenzando con los hermanos mayores y luego hacia abajo.

Dudo sinceramente que en lo que resta del gobierno de la República, Enrique Peña Nieto haga lo conducente a este respecto, pero confío en que a la vuelta de la esquina, en el 2018 haya una cara diferente, con carácter, un verdadero estadista que pueda colocarnos en el nivel que debemos estar, que rompa con los esquemas establecidos e invierta la situación y sean los ciudadanos de otros países, incluyendo a los del norte, los que quieran vivir no el sueño americano sino el mexicano, así tal cual.

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