Lo que no debemos tolerar

Por Cruz Pérez Cuéllar

La economía de nuestro país se encuentra estancada no por casualidad, hay razones de peso que tienen que ver con decisiones y acciones de gobierno que la mantienen en ese estatus. No se trata del todo, por supuesto, de movimientos internacionales de mercado, de la crisis griega, la devaluación del yuan, de la desincorporación de Inglaterra de la Unión Europea (el llamado Brexit), o la recesión estadounidense, claro que afectan al entorno pero la crisis, el desastre económico en toda la expresión de la frase se debe necesariamente a un mal manejo de las finanzas en el gobierno federal y los gobiernos estatales.

En concreto se debe al dispendio, al derroche aplicado a lo largo de este sexenio, lo cual ha generado un incremento de la deuda pública sin precedentes, ha crecido en más de un 50 por ciento respecto del Producto Interno Bruto (PIB) y hay una tendencia a seguir creciendo por la mala aplicación de los recursos públicos, a la falta de ahorro, a la poca efectividad en la recaudación de impuestos, a la pobre generación de ingresos, al despilfarro y la corrupción.

El gobierno federal fue capaz de crear el año pasado la Ley de Responsabilidad Hacendaria para los estados y municipios y a principio del presente periodo hizo modificaciones a la Ley General de Deuda Pública que ahora se le integra solamente el término “federal”; pero más reciente, hace unos días lanzó el presidente Enrique Peña Nieto la Ley de Disciplina Financiera para los Estados. Las medidas eran necesarias para controlar la enorme deuda pública que han generado las entidades federativas que se excedieron y han comprometido los recursos de administraciones posteriores, se calcula que para el 2018 los estados en su conjunto habrán acumulado una deuda histórica de más de 700 mil millones de pesos.

La economía de los estados se ve afectada por ese nivel de endeudamiento sin tope, que aunado a la baja en las participaciones federales, que desde el año pasado han disminuido aproximadamente en un 1.4 hasta en un 3.0 %, lo cual se entiende por una disminución del precio del petróleo y otros factores, el precio del petróleo para exportación el precio del barril ha tenido una baja considerabilísima: esta misma semana se recuperó en 44 míseros centavos para venderse en 40.9 dólares por barril, en el 2014 el precio por barril llegó a colocarse en 87 dólares.

Hay otros fenómenos que les afecta a los estados pero también al gobierno federal, por ello qué bueno que la administración de Peña Nieto apretó el cinturón a las entidades federativas pero que malo que él y su gabinete siguen sin dar solución a sus propios problemas que generan un gasto corriente altísimo del gobierno federal, y ellos cruzados de brazos. Los fenómenos analizados párrafos arriba sobre la afectación a la economía de las entidades son los mismos que afectan a la administración federal, que trata de meter en cintura a los demás pero no son capaces de aplicar medidas propias, porque las necesitan, porque el gasto es exorbitante, porque la deuda interna y externa comprometen el futuro de los mexicanos, porque hay una política explícita de valemadrismo financiero total que nos hunde a todos en el abismo del tercermundismo y nos dejan pocas posibilidades de alcanzar en el futuro inmediato una mejor calidad de vida para nuestros hijos.

De acuerdo a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda interna de México estaría llegando al final de este sexenio a 7.8 billones de pesos, lo que implicaría un crecimiento en los 6 años de gobierno de Peña Nieto del 23.3 al 35.5% del PIB;  hay un incremento natural de las tasas de interés pero también una manía extraña de estar metiéndole la mano al cajón y generando deuda adicional, lo que hace impagable el crédito.

En cuanto a la deuda externa de nuestro país presenta un incremento superior al 30%, para llegar a 158 mil 500 millones de dólares o como se diría en términos norteamericanos: 158.5 billones de dólares. El porcentaje del PIB de la deuda pública externa ha crecido exponencialmente y merece una urgente atención, en el 2008 el porcentaje del PIB de la deuda en México era de 2.7% ahora llegará al 12%.

La deuda en su conjunto del Gobierno federal, que a final de cuentas es la que pagaremos todos los mexicanos, y nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y varias generaciones más, representa más del doble del ingreso total, por lo que merece un inmediato freno que no podrá poner el Congreso de la Unión, ni los partidos por sí solos, mucho menos los entes fiscalizadores pagados por el propio gobierno, nadie, sólo la ciudadanía en su conjunto, quizá no ahora, pero sí en el 2018.

En esta misma semana la calificadora norteamericana Standard and Poors, bajó la calificación de la perspectiva crediticia de México de estable a negativa por el desorden de la deuda y otros factores que movieron la calificación para situarla en BBB-, una mala señal que en el ámbito internacional hace ruido a los inversionistas extranjeros y que obliga a tomar medidas. El problema de Peña Nieto y sus asesores financieros es que no ven o no quieren ver el desastre económico que tienen y busca hacer en los estados lo que no quiere hacer en su propia jurisdicción, o lo que es lo mismo, quiere hacer la voluntad de Dios en los bueyes de su compadre.

Esta tendencia que refleja el gobierno de Peña Nieto es un mal referente para el mundo, porque mina las posibilidades de inversión, de desarrollo y de proyección a futuro en nuestro país, el fenómeno es grave, pero más grave es la situación de los mexicanos que tenemos que soportar las malas decisiones de un gobierno que no siente, que no se duele por la pobreza que sigue creciendo en todo el territorio nacional, por una educación deficiente, por servicios a medias, por la carencia total de éstos en muchísimas zonas en los estados, por el miserable sueldo de nuestros trabajadores y la explotación de nuestras mujeres en múltiples empresas sin rienda fiscal o laboral que las  regule.

Es necesario un cambio de visión, de actitud para con los que menos tienen, pero ese cambio no se puede fraguar desde la comodidad de Los Pinos, o en su defecto de la Casa Blanca de Lomas de Chapultepec, o en el exclusivo departamento en Miami de Peña Nieto y su pareja; tiene que darse forzosamente fuera de este contexto, tiene que hacerlo alguien diferente: el pueblo.

Sugerencias y comentarios favor de hacérmelos llegar a través del correo: cruzp@terra.com.mx