Por Cruz Pérez Cuéllar
Antes de abordar el tema de esta semana quiero hacer una breve reflexión sobre la madurez política que están demostrando los mexicanos hoy en día, pero principalmente los chihuahuenses; a cada elección que pasa es indiscutible que aumenta el entendimiento de los electores con los candidatos, con sus propuestas e ideas planteadas en campaña, en donde los partidos pasan a segundo término, y ahora son los perfiles de los candidatos, buenos o malos, los que reciben en las urnas la respuesta a su participación en ese proceso.
Así está sucediendo en Chihuahua, en donde se puede ver que en los últimos comicios que la gente ya no volteó a ver al partido hegemónico, el PRI, y me atrevería a decir que, en el caso de la gubernatura, tampoco hacia el PAN donde ganó la propuesta y el mensaje en general del candidato y no la estructura o la marca PAN que tan devaluada está como la del PRI.
Yo creo que con esa evolución de la política es como la democracia puede avanzar, siendo que en nuestra historia hay letargos prolongados en este terreno, pero de pronto se dan estas manifestaciones que hablan precisamente de que el ciudadano común está dispuesto a mejorar, y no lo dijo porque haya ganado el candidato del PAN sino porque fue el deseo popular el que motivó el cambio, porque se tuvo la capacidad de evaluar, sancionar a unos candidatos y elegir a otros, cosa que hasta hace pocos años no éramos capaces de hacer.
Con el mismo espíritu que me mueve a reconocer estas transformaciones, reconozco que en el entorno político nacional hay también una percepción diferente, esa madurez nos permite a muchos identificar que hay liderazgos dignos de tomar en cuenta por lo que pueden ofrecer a México, porque pueden generar el cambio, y me refiero al cambio hacia delante, porque cualquiera me podrá decir que el retroceso también es cambio, aquí hablamos de liderazgos que tienen la capacidad y el ánimo para generar ese progreso. Esto nos lleva a aceptar las ideas y propuestas de hombres que en el pasado no nos parecían las adecuadas, pero poco a poco las hemos ido comprendiendo, acaso por esa madurez política que hablamos arriba o por virtud de la constancia que los ha llevado a convencernos.
Uno de esos casos que atraen fuertemente mi atención es el de Andrés Manuel López Obrador, el dirigente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), a quien tuve la oportunidad de escuchar y de saludar esta semana, cuando vino de visita a ciudad Juárez, Delicias y Parral. Lo escuché atentamente, y son varias las incógnitas despejadas, las dudas disipadas, las respuestas que convencen a cualquiera, a cualquiera que quiera seguir un camino diferente que rompa de una vez por todas con las ataduras del pasado, que en política partidista están relacionadas básicamente al priismo vetusto y al panismo anquilosado.
El tiempo le ha dado la razón a López Obrador, fue mucha su insistencia en la decadencia en que habían caído varios personajes de nuestra política nacional actual, en su momento habló del panista Guillermo Padrés, exgobernador de Sonora, que estaba saqueando a su estado, y años después, ahora que ha concluido su periodo, ha salido a la luz pública una gran cantidad de corruptelas que pronto lo llevarán a la cárcel. Señaló también la complicidad de Josefina Vázquez Mota con los grupos del poder, misma que configuró una pantomima en la elección presidencial de 2012; señaló los excesos de inseguridad en el tiempo de Felipe Claderón Hinojosa, lo cual le generó críticas por todos lados, al término de su periodo Calderón pierde la presidencia por ese mismo factor, la gente ya no puso soportar más el daño colateral de “la guerra contra el narco” provocada por el último presidente del Partido Acción Nacional.
En el caso de los señalamientos de grave corrupción de Javier Duarte, gobernador con licencia de Veracruz, ahora le dan la razón también, hoy que se encuentra prácticamente prófugo de la justicia, por las innumerables denuncias que van desde el desvío de multimillonarios recursos hasta su relación con el crimen organizado. El asunto de la Casa Blanca de Peña Nieto, es tan sólo una muestra de la incesante crítica de López Obrador hacia el presidente de la República, a quien siempre ha relacionado con los actos más bajos de la política mexicana, al puro estilo del presidencialismo. La caída del priato a nivel nacional en las pasadas elecciones tienen ese sello profético de AMLO, quien lo venía advirtiendo, por el cansancio de la gente de un sistema que no resuelve sus problemas, que no atiende sus necesidades y que sólo genera discordia por el abuso, la corrupción, el saqueo constante de las arcas municipales, estatales o federales, o donde sea que se practique el modus vivendi del político mexicano moderno, connotado por la deshonestidad y la corrupción.
López Obrador señala algo que me parece muy preciso: el manejo errático de la economía de los últimos dos sexenios en México es el mismo, ¿y como no, si repitió el secretario de Hacienda Antonio Meade, quien ahora vuelve a ese mismo cargo que obtuvo en la administración del panista Felipe Calderón?.
En López Obrador veo que hay una característica esencial, una marca indeleble, que es su perseverancia heroica, eso quizá es lo que más me ha motivado a escucharlo. Me quedo ahora con las ideas difundidas en su pasada visita a Chihuahua, me parece que tiene bastante terreno recorrido y hoy a diferencia de otros años habla más claro de sus propósitos, es mas certero en los reclamos como en sus aportaciones, creo que hay en él un liderazgo innegable y un carisma que sigue cautivando a más ciudadanos, como a un servidor, que habré de seguir ese camino que plantea Andrés Manuel, con la certeza de que al final encontraré la respuesta deseada, o lo que yo considero como la paz política. Es oportuno que hagamos un espacio para escuchar su crítica, sus planteamientos, su proyecto. López Obrador se muestra hoy como la principal alternativa para lograr el cambio que nuestro país necesita, que la gente añora, habrá que esperar los tiempos, pero estoy seguro de que en el 2018 la respuesta ciudadana a favor de este proyecto será contundente, ¡ya lo veremos!.
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