La derrota con sabor a corrupción

Por Cruz Pérez Cuéllar

México necesita en estos momentos, más que nunca, políticos comprometidos, honestos, que tengan vocación de servicio, que sean especialistas en el área que les corresponde desempeñar, que amen a su país y a su gente.

No se puede pensar en un gobierno exitoso si sus operadores no tienen el perfil arriba descrito, siempre vamos a estar dando tumbos, siempre vamos a ser el reflejo internacional del vago, del rancherito sin oficio, tirado a la sombra de un nopal. Y no porque el pueblo sea así, sino porque nuestros representantes así lo hacen ver con sus malas decisiones, con sus estrategias fallidas, con el cúmulo de corruptelas que los caracterizan.

Y si entendemos con claridad que los funcionarios públicos, extraídos de la política mexicana, son malos, obviamente sus resultados serán negativos; no por nada la expresión de que el árbol de peras no puede dar manzanas y al revés, el producto de esos malos elementos está sujeto a sus inclinaciones naturales; y por lo tanto es imposible que puedan dar buen fruto si su principal objetivo es el poder por el poder.

Quiero referirme en este espacio específicamente a lo que sucede actualmente en el deporte en México, a propósito de los Juegos Olímpicos que se llevan a cabo desde el 5 de agosto en Río de Janeiro y donde los resultados han sido malos, tanto como cuando comenzaron las Olimpiadas modernas en 1924, cuando México se regresó sin una sola medalla de París, Francia, pero eso sí, los funcionarios pagados por el erario fueron a pasear y a gastar el escaso presupuesto que había para impulsar a los deportistas.

Ahora como en aquel entonces la delegación mexicana compuesta por 124 atletas se presenta en las máximas justas deportivas como si su nación acabara de incorporarse a las Olimpiadas, como hacen los países nuevos, recién independizados, participan en varios deportes pero se ve claro que no hay un soporte fuerte detrás de ellos porque no ganan nada, no brillan en ninguna disciplina, aunque de vez en cuando dan sorpresas como nuestro país lo hizo aparentemente en el boxeo, con el joven Misael Rodríguez de Hidalgo del Parral que ganó la medalla de bronce. Pero lo cierto es que México no es nuevo en esto, lleva ya casi un siglo de participación cada cuatro años en las olimpiadas y salir así, sin nada, es como si no conocieran las autoridades encargadas de coordinar a los atletas el nivel de competencia que deben traer los participantes, es como si desconocieran los retos que se presentan cada tetraenio.

Yo estoy cierto que no lo desconocen, y menos los titulares de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), el problema es que a esos funcionarios les ha ganado el vicio de los políticos modernos: la simulación, el desorden, la corrupción en todo el sentido de la palabra. El titular de la Conade, Alfredo Castillo Cervantes, ha repelido cualquier señalamiento por falta de logros de los atletas mexicanos, desde señalar a las federaciones que obstaculizan el camino para que progrese el deporte mexicano hasta las cuestiones personales de los deportistas, muchos de ellos ha declarado recientemente, traen problemas familiares muy serios.

Castillo ha dicho que las federaciones del deporte en nuestro país no seleccionan a los mejores deportistas, debido a los intereses, principalmente económicos y políticos, no permiten que los mejores deportistas sean elegidos para las máximas competencias, principalmente los juegos panamericanos, centroamericanos, olimpiadas y otros de carácter internacional. Inclusive ha llegado a señalar que si Michael Phelps (el máximo exponente de la delegación norteamericana que ha ganado más medallas de oro que cualquier otro en toda la historia de las olimpiadas, incluso más que México en los casi 100 años de participar en los juegos olímpicos) viviese en nuestro país, no hubiera llegado a las olimpiadas, las federaciones lo hubiesen frenado por sus mismas ambiciones. Claro que a toro pasado el dato parece irrelevante, o más bien como la excusa perfecta para sacarse de la bronca en que está metido el principal responsable de la participación de nuestra delegación en Río de Janeiro.

Pero el problema no es solo eso sino que también Alfredo Castillo está emproblemado con el Consejo Olímpico Internacional (COI) y ha enfrentado una batalla soterrada en su contra para poder presentarse en Brasil en esta edición. Una señal nada buena para los deportistas de todo el  país que llegaron con la esperanza de ganar una medalla, pero que ahora se dieron cuenta que no tuvieron una preparación óptima, porque los encargados de organizarlos andaban agarrados resolviendo sus problemas políticos.  

Los señalamientos de corrupción en la Conade son graves, ahí abunda el cuatismo, el compadrazgo y las posiciones (por cierto, muy bien pagadas) se mueven empujadas por un aire de nepotismo e influyentismo.

Si a todo eso se le suma la falta de vocación del titular de la Conade, quien se había desempeñado en cargos relacionados a la seguridad pública, antes de tomar posición de la principal institución del deporte en México había fungido como Comisionado para la Seguridad de Michoacán, tarea que le fue encargada desde la Procuraduría General de la República. Sus otras funciones nada tenían que ver con el deporte.

Por eso insisto en que los funcionarios actuales deben estar perfectamente embonados en su tarea, deben ser seleccionados conforme a sus capacidades pero sobretodo a su vocación política, de lo contrario vamos a estar viendo fracasos de este tipo, como los hemos visto también a nivel nacional en el manejo de las finanzas públicas, de la seguridad, del desarrollo social en donde se producen más pobres en nuestro país ahora, en lugar de abatirlos.

En Chihuahua, el deporte local sufrió también un duro revés con la cancelación de las olimpiadas nacionales que se celebrarían a principios de este mismo año aquí mismo, el 15 de marzo del presente periodo fue cancelado este evento deportivo que albergaría el desarrollo de competencias en 18 disciplinas, el argumento de Raúl Saucedo, responsable en ese entonces del Instituto Chihuahuense del Deporte, y de la propia Secretaría de Educación y Cultura, fue la falta de recursos; la Conade de buenas a primeras eligió al estado para llevar a cabo aquí estas olimpiadas pero sin un apoyo económico. Las competencias tuvieron que ser distribuidas a otras sedes.

Y claro que los resultados en Río de Janeiro no podían ser otros, si se hizo todo lo posible para lograr lo que tenemos hasta ahora; este domingo termina la pesadilla para México en Brasil, y con los ánimos caídos regresan a casa, con las manos vacías. La pena es diferente ahora, en olimpiadas anteriores las derrotas personales de los atletas se aminoraban con las victorias de los otros competidores, ahora el fracaso es compartido, pero la realidad es que no puede atribuírsele a los propios deportistas sino a los malos organizadores que los llevaron allá, a las autoridades corruptas que no se dieron el tiempo de entrenarlos bien y de darles las herramientas necesarias para hacer un mejor papel; quienes debían esperar en algunos casos para que estuvieran listos esos jóvenes, pero por intereses los mandaron a la boca del lobo, al matadero…

Por lo pronto aquí les damos la bienvenida y nos unimos a sus tristezas, pero también al reclamo que en muchos casos debe estar ardiendo en su interior por la justa razón de haberlos abandonado allá en medio de la estepa, sin más armas que las propias ganas y sin más futuro que la derrota.

Sugerencias y comentarios favor de hacérmelos llegar a través del correo: cruzp@terra.com.mx